sábado, 5 de septiembre de 2020

El fluir de la conciencia a la hora de escribir

 Grupo Bastón de Oro » La escritura terapéutica


A la hora de escribir, ya sea un cuento o una novela, llega un momento en la historia que narramos en el que necesitamos reflejar lo que pasa por la mente  del personaje: sus reacciones más primarias, aquello que le atormenta, sus pesadillas, o deseos más inconfesables. Necesitamos entrar en su entramado neuronal y sentimental y trazar un circuito que le resulte familiar al lector o, cuando menos, verídico.

Al intentar reflejar el fluir de la conciencia de un personaje  corremos el riesgo de que no se nos entienda; de mezclar lo que realmente pasa por la mente del personaje con nuestra interpretación de lo que sucede. Si hay algo que me molesta como lectora, y estoy segura de que a más de un lector con hábito de lectura le molestará también, es que el autor o autora me ofrezca la escena masticada. Hacerlo de esa forma sería como ver una película en la que el director hace un aparte para explicarnos lo que sucede, cargándose con ello nuestro interés en la secuencia que vemos. Para que esto no nos suceda debemos "entrar" en el personaje, visualizar la escena a la que nos enfrentamos desde dentro, como si fuésemos actores que se meten en la piel del personaje.

Y si os estáis preguntando a qué viene este símil del cine con la escritura os diré que está muy relacionado, porque en la era de la cultura rápida, en la que para atrapar al lector hay que, literalmente, acaparar su atención en el primer párrafo, la literatura no se salva de lo inmediato.

No puedes narrar una vertiginosa persecución del mismo modo que narrarías la descripción de un paisaje. Los elementos lingüísticos  que utilices en el primer caso estarán al servicio de acentuar el ritmo, agilizar la escena y poner la tensión suficiente en el lector para que esté no no se mueva de su asiento (y su lectura) hasta pasar página. Lo mismo sucede si estás narrando un sueño: Las incoherencias, escenas superpuestas, o  entrelazadas en la realidad del durmiente, no serán casuales, sino que se abrirán camino entre la confusión onírica del personaje y la trama subyacente hacia donde quieres conducirle.

Y, como en literatura siempre es mejor mostrar que explicar, para representar el flujo de conciencia al que hago referencia he recurrido a uno de los grandes maestros del cuento. 

Nadie mejor que Córtazar para ejemplarizar con su cuento 'El río' ese flujo de conciencia.


Procedencia de la foto: elbuenlibrero.com
Fuente de la foto: elbuenlibrero.com


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